Capdesaso estaba situada a pie del camino real que unía la localidad de Fraga con Huesca, y por tanto enclavada en la vía que comunicaba esta capital con la ciudad de Lérida.
Esto hacía que en ocasiones se veían sorprendidos por comitivas que trasladaban a los presos y convictos de Huesca a Lérida, o viceversa, y se veían obligados a parar en esta localidad a pernoctar. Cuando se presentaba esta ocasión, todos los vecinos se veían obligados a dar hospedaje a los viajeros oficiales, pero esto no era muy problemático, lo realmente complicado consistía en buscar en Capdesaso un lugar que sirviera de cárcel para los presos y que en el ayuntamiento carecían de calabozo.
Ante esta difícil situación, el Consejo no vió otra alternativa que dirigirse a la Real Audiencia de Zaragoza para exponer el problema y solicitar por parte de la autoridad una solución que permitiera a Capdesaso seguir viviendo del camino real. La petición fue tenida en cuenta por la Real Audiencia y ordenó se les informe a los arrendadores en el plazo de ocho días “sobre el contenido de este pedimento”.
No existen más noticias sobre el asunto, aunque seguramente, Capdesaso acabaría teniendo su cárcel o calabozo acondicionado en el ayuntamiento, algo lógico y común en otras muchas localidades. No obstante, lo único que solicitaban era tener una fosqueta de la que no se escaparan los presos.